Cuando avanzas en la calle 2 llega un punto en el
que sabes que nada es igual. Miami tiene un paisajismo agradable, una línea
estética que la define, un sol que la sella. Pero justo en la intersección
donde crees estar en un área sin convivencia, se alza un único edificio con
letras blancas que anuncian una lluvia de color: Wynwood.
Las calles de este distrito marcan la pauta irreverente de
una ciudad plana. Wynwood desborda carácter, originalidad, desdén, creatividad.
En sus calles el arte urbano tiene un oasis, los espacios son el formato, la
plataforma, la inspiración.
Como todos los tesoros, nada es obvio. Si bien las paredes
de antiguos galpones y talleres son los lienzos del arte conceptual, del
graffiti como técnica, eso es mera decoración –una muy especial, ciertamente.
Puertas adentro, se esconden piezas maravillosas, arte de todas las tendencias,
artistas con nombre propio.
Entre pasillos y estacionamientos hay recovecos con
gastronomía ecléctica y ambientes íntimos. Wynwood es sin duda el refugio del
arte como estilo de vida. Aquí hay un solo protocolo, ser parte.
Una vez al mes las puertas se abren y las piernas se hacen
dueñas de las calles. Cada galería se muestra en libertad, cada artista encuentra una
acera, cada persona recorre a su estilo un circuito inagotable de obras de
arte. La territorialidad entre galería y galería la derriban las ganas de
caminar, de seguir, de conectar todo a su paso.
Miami ha cambiado, y tener cerca este refugio es ideal para
quienes necesitan un aire de color, libertad e irreverencia.
Cuando elijas la zona donde deseas comprar, bien sea para
invertir o para vivir, revisa siempre las actividades y estilo de vida que
brinda sus alrededores. Esto influirá en tu bienestar –si quieres vivir-, tanto
como en el posible comprador o inquilino que deseas tener.
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